jueves, 17 de enero de 2008

Yo quiero ser Elliott Smith

Simple. Efectivo. Depresivo. Triste. Virtuoso. Adicto. Tímido. Cabrón...

Hace algunos años me enteré de él, penoso por saber que un músico desconocido para mí había muerto. Carajo, siempre leemos las notas rojas, muchas veces sin conocer el fondo y los contextos borrosos que engloban tragedias de esos vuelos. Se había suicidado el buen Elliott Smith en Los Angeles, así, sin más. Sin dejar alguna
Suicide Note (frase Panteresca, por supuesto) Elliott con todos los huevos del mundo se clava un puñal y aplica la versión de un american sepuku, echándole la culpa a su novia o algún dealer vulgar de su barrio que como auténtico oxxo suministraba buenas dósis de heroina al maestrazo Elliott.

Ahora maldigo varias veces su muerte. Ese cantautor raro, que armonizaba y fantaseaba con Los Beatles, con la viva apariencia de un homeless neoyorquino, puede emocionar y transgredir a cualquiera (aunque el siempre decía que su trabajo era una auténtica mierda). Lo podría asegurar.

Les dejo Angeles en una versión de poca madre, única diría yo. Elliott se equivoca y se vuelve a equivocar como si se tratara de un artista nervioso o descolocado del escenario. En esencia ese era él.

Búsquenlo, bájenlo, cópienlo, dediquenlo, tráguenselo, analízenlo. No se cómo, pero yo quiero ser Elliott Smith.


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